De costumbres vive el hombre. Ayer, cuando salía de la Casa del Libro de comprar mi libro para clase de italiano, cogí como de costumbre la revista literaria Mercurio. Pensé en el placer de leerla mientras iba en autobús de vuelta a casa. Su último número, el del mes de noviembre, lo dedica en especial a la relación entre literatura y periodismo. Varios periodistas de renombre escriben varios artículos. Todos son muy interesantes.
A mí me ha gustado uno en particular. En concreto, ha sido el escrito por Antonio Muñoz Molina. Lo titula "Literaturas de periódico" y, en él, a parte de reflexionar sobre la literatura y el periodismo, expone una serie de ideas muy interesantes. Dice así: "El periodismo español, a diferencia del europeo o el norteamericano, se basa cada vez más en el anzuelo y la vanidad de las firmas. (...) Y lo mismo que yo añoro una radio de reportajes serios, de crónicas, de historias bien contadas, añoro un periodismo en el que la narración sobria de la realidad prevalezca sobre la opinión caprichosa, los titulares entrecomillados y el chisme y la palabrería política".
Estoy de acuerdo con él. La firma es el peor enemigo del periodista. Hay muchos profesionales que caen en el error de creerse más importante que la información, imponen su punto de vista, y no se dan cuenta que su deber es informar al lector, no imprimir su visión y su opinión sobre los hechos. Sobre todo, creo que esta vanidad en las firmas se da entre los periodistas que a diario cubren informaciones relacionadas con el politiqueo. Tal vez se crean también poderosos... Tal vez piensen que ellos manejan el cotarro como el político...
Para frenar esta vanidad y este peligro para el periodismo de las verdades, yo haría que todas las informaciones en los periódicos fuesen anónimas. ¿Qué importa quien las cuente? Sólo importa su contenido, la verdad de las cosas y el cómo estén contandas. Sólo ahí se vería quién es un buen periodista y quién no.
3 comentarios:
dí que sí. PERIODISTAS ESTRELLAS NO, sólo yo...que soy el mejor.
F. Artacho
Estoy contigo. Como el The Economist. Lo que pasa es que como obligasen a quitar las firmas, España se quedaría sin periodistas.
Verdad quilla. Odio a esos que lo único que le gusta es firmar las cosas y que el protagonista sea él en vez de la historia.
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