No busco nada. No busques nada. Todo es producto de nuestra imaginación.

viernes, 27 de enero de 2012

Revetla

La semana pasada, a estas horas, estaba leyendo esta crónica. No había sido publicada aún. El periódico en el que trabaja mi inquilino lo haría al día siguiente. Refleja lo vivido en mi primera revetla, una noche más para recordar en Palma.


La revetla ‘low cost’ de las ‘marcas blancas’

La cita pierde seguimiento con un cartel de versiones, orquestas y pinchadiscos 


MARCOS TORÍO / Palma
Buena, bonita y barata. O sólo barata. Revetla de saldo, oiga. Conciertos a porrillos. Rápido, que me los quitan de las manos. Se me acaban, señora. Corran antes de que se agote la música para el niño y la niña. Pasen y toquen el género, noten cómo Sant Sebastià huele más a mercadillo despoblado que a parrilla. Más a crisis que a litrona. Más a marca blanca que a pedigrí. Más a cama que a trasnoche. La puntilla de 2012. Sin esperar a los mayas. 


BAJAMOS LOS PRECIOS. Hay sitio para todos. De sobra. Un puñado de prostitutas asa chorizos en una parrilla redonda, de armazón rojo y tres patas, un platillo volante de hipermercado. El off de la fiesta en la Puerta de San Antonio. Diez de la noche y San Miguel bulle justito. No más que al cierre de un laborable. En la calle del Milagro, la barra del PSOE vende souvenirs revetleros –cervezas, bocatas y pringue variada– y lema protesta: El PP sube los impuestos, nosotros bajamos los precios. Lo segundo, como todos. Hay refrescos y cervezas a un euro. La oferta es mucha; la demanda, poca y las carteras con euros, muy tímidas. Manzanas caramelizadas, castañas asadas, pistachos y palomitas dulces reposan junto a la máquina del algodón de azúcar. No hay manos guardando cola por un palo de nube rosa. Las de los efectivos de la Cruz Roja están una sobre la otra. Noche tranquila.
La plaza Mayor ondea a media asta la bandera de la mallorquinidad. Brazos en alto y castañuelas. Un bolero de Tralai. «Ben ballat», celebran desde el escenario. Las cabezas del folclore, movidas en un ritmo mediterráneo, recortan la gran hoguera al fondo. Las llamas se elevan queriendo dar calor a los revetlers y a la fiesta, que falta le hace. Aunque el frío no sea térmico. 



MARCAS BLANCAS. Vía libre hacia Cort, desde donde reverbera el estribillo de Devuélveme a mi chica a cargo de GinTonics Band. Marca blanca de Hombres G y de El sueño de Morfeo… Versiones previas al regreso de La Granja, ya talludita pero efectiva ante su público nostálgico. Lo más animado hasta el momento sale grabado de los altavoces: el tema viral Ai se eu te pego de Michel Teló, un fenómeno de base futbolera. Lo canta Ronaldo y lo pincha –millones de veces– youtube. O cómo hacer que, de repente, cualquiera sepa decir algo en portugués. 
El aroma de un par de platos de plástico con panceta guía hasta Santa Eulalia, desprovista de jazz. Un pinchadiscos hace lo que puede en una esquina con temas de Grease y Waterloo de Abba. Esquerra Unida sigue en la batalla napoleónica del tenderete anticapitalista. Juegos de palabras con –y contra– bancos, que equiparan a Satán y la mafia italiana. Y menú Duque de Palmarena en la carta: cárnicos y refresco. Al estilo ferial, invitan a derribar una pirámide de latas con las fotos de Merkel, Sarkozy, Rajoy, Bauzá y miembros de la Familia Real. Cincuenta céntimos tres tiros. Se echa en falta el rincón de UM, antaño repleto de una cohorte de votos comprados. Las hamburguesas con queso ganan sitio en las parrillas.
 


UN PAYASO BORRACHO. Andalucía ha vuelto a Sant Francesc. «Collons, hi ha un coro rosiero aquí», se sorprende un paseante. No le falta un perejil a la propuesta. Ni su matita de romero en el sombrero. 
Ambiente de bajón en los soportales del Parlament. Pasadas las once, se habrán acabado las bandejas de comida gratis en la verbena del PP, que no muestra consignas. Ni un solo letrerito reivindicativo. La orquesta hace lo que puede con una canción de Fito. Más marcas blancas. Un tipo ebrio disfrazado de payaso remata la estampa a lo Balada triste de trompeta. Escaleras abajo, Haddock’s Orphans eleva el nivel con un sonido de rock elegante. De la Fé y Las flores azules congregará a la sección modernos y hiphoperos suavecitos. Muchofeeling con el público. 
 


LA LEVITA AMARILLA. Las parrillas languidecen, nada suda grasa en sus barrotes, apenas corre el vino y, aunque es medianoche, de las papeleras todavía no brotan los desperdicios. Contención de gastos, de restos, de fiesta. Pero ahí está Coti, con levita amarilla, demostrando que hay música más allá de un pegajoso hit de verano con la inefable Paulina Rubio. La cosa se anima. Se arremolinan los fieles. Y lo disfrutan. Las cajas de McDonalds se vislumbran sin problemas desde la puerta, la barra del Bosch está necesitada de codos; y sus llonguets abrigados con servilletas, de gaznates. Bocatta sirve al momento, insólito un 19 de enero.  


NEVERA DE GOGÓ. Preguntas sin respuestas: ¿Dónde está la multitud? ¿De puente, camino al aeropuerto? ¿Las parrillas de barrio han dispersado y descentralizado la fiesta? Se necesita el don de la ubicuidad para cumplir con el cartel. Maldita Nerea tiene loco al chavalerío en la plaza de España, asentada como resguardo de jóvenes. El grupo triunfa, se marcha, se hace el silencio mientras preparan los platos del dj Jonathan Castilla, que le pega al dance de nuevo cuño desde su púlpito. Una de Flo Rida, otra de Alexandra Stan y, sorpresa, revolución, Ai se eu te pego. Te pego, te pego, pegajosa. El pinchadiscos dispara una foto con el móvil para colgarla en Facebook. ¡Bota, bota!, jalea. A ritmo brasileiro, unos colegas se turnan la nevera playera como trono de gogó, chistera de la que se aparecen copazos en vez de conejos. Mimetismo de low cost con la revetla. 
Toca desandar el camino, quemar suela hasta la plaza del Olivar, rincón latino de reggeaton y de gallos con versos raperos en las espuelas. En un vistazo rápido, sobre la estatura media, sobresalen espaldas de portero de discoteca, grandes cabezas inmóviles frente al ritmo del conjunto. 
Los bomberos matan la hoguera de la plaza Mayor cuando el folclore ha guardado los rebosillos. Se hace la luz artificial a la vez que se apaga el fuego. El que no llega a encenderse en La Lonja, nueva en el circuito y de capa caída pese a las propuestas de jazz. 
 


TU CALORRO. La callejuela a Sant Francesc desemboca en un reguero de espesas cabelleras negras mechadas con decolorante de trazo grueso. Una silla de comedor entre la multitud mejora la visión del escenario para una niña con pendientes de oro como aldabas. La Húngara está crecida. Embutida en un vestido con agujero lateral para mostrar cadera, se emociona y agradece los aplausos. «Me habéis puesto los pelos tiesos», confiesa. Quería decir que se le había erizado el vello, que tenía la piel de gallina, pero le salió así de racial. Taconeo, vuelta bajo su brazo, el cuerpo en un volante. «Esto es como Callejeros», declara fascinada una recién llegada. «La Húngara es mucho», la secunda un revetler canario. Y más leré leré. Y más Callejeros. Toma, toma, toma. Palmitas hasta que también se hace la luz en la plaza y muere la noche.  


SOBRA LEÑA, PIDEN LEÑA. Bajo las parrillas, madera que acabará en un contenedor de Emaya. Ha sobrado hasta leña. La que piden en Cort, donde Juan Campos tiene al personal con los brazos haciendo primero una Y, luego una M, una C y una A. Guayemsiei, de los Village People. El dj, con chaqueta de lentejuelas amarilla, pilota el viaje a los 70 y los 80 con la ayuda de un speaker y Tormenta, que provoca una reflexión petarda de una asistente: «Una drag queen anima mucho. Siempre te resuelve la papeleta». Pues eso, que Tormenta se lanza al playback cuando Campos pincha I will survive, It’s rainning men o Mil campanas. Van sonando Highway to hell, The final countdown y Living on a prayer, que celebran un grupo al que se le ha agujereado el vaso de litro con vino y lo usa ahora como porrón. Ses Voltes está a lo suyo, resistiendo como Cort, aunque fuera del programa. Rock, rock y más rock y nada de drags. 
El reloj del Ayuntamiento marca las 2.30 de la madrugada. Los vecinos del cuarto piso del edificio de enfrente bailan en el balcón. El resto es persiana tapiada por el descanso. A Campos, el equipo municipal le prorroga media hora el espectáculo. Y suena Michel Teló. Ai se eu te pego, nossa, nossa. «Bona nit i a ca una puta ses putes crisis», sentencia el dj. Esto se acaba. Está to el pescao vendío, que diría La Húngara. Una revetla olvidable que ha costado vender. Ya convertida en cenizas, es sólo polvo gris low cost.

miércoles, 18 de enero de 2012

Parado y tonto

¿De verdad toman por tontos a quienes no tenemos un trabajo al que asistir cada día? ¿De verdad creen que a un periodista se le puede pagar 2,50 euros por un artículo? ¿De verdad es necesario pasar tres entrevistas para no ser elegido? ¿De verdad es humano que te llamen para trabajar con un contrato cerrado y te lo anulen dos días antes de incorporarte?

Demasiadas preguntas y todas tienen respuestas equivocadas.
-No lo sé si nos toman por tontos pero sí se aprovechan de nuestra desesperación para manejarnos como marionetas. -Quienes hacen ofertas como éstas sólo ayudan a denigrar más esta profesión. Los que la ejercemos no podemos permitirlo porque esta situación ya es hoy nuestra desgracia. -No creo que sea necesario pero sí es como funcionan ahora las cosas. Tres entrevistas o cuatro para no ser elegido. Lo único que importa es tener un contacto. Así es España. -No es humano pero sí puede ocurrir. Nadie piensa en quien descuelga el teléfono, en su pérdida de rumbo, en su cansancio en la espera, en su temido fracaso, en sus sueños derrumbados... Como dice una gran amiga, "se está perdiendo la humanidad".