No busco nada. No busques nada. Todo es producto de nuestra imaginación.

viernes, 29 de abril de 2011

Trotaletras

PUBLICADO EN EL MUNDO-EL DÍA DE BALEARES (29-04-2011)

Centímetros

Por Marcos Torío

DE MADRUGADA, zapeo y zapeo entre brujos y cartomantes hasta toparme con el anuncio de Jes-Extender, pieza cumbre de la teletienda y de la publicidad trash. Va más allá de la baba de caracol reafirmante y de los cuchillos de circo que lo mismo cortan tomates que latas de refrescos. Los dos minutos del alargador de pene arrancan con un señor de cincuenta y tantos, calvo, con bigote y piernas cruzadas en pantalla. Mira a cámara, abre los dedos de la mano y proclama orgulloso: «Cinco centímetros me ha crecido». A su lado, su pareja. Una rubia joven, lozana y recauchutada, con boca y rubio porno, junta el pulgar y el índice formando un círculo: «Así es y el grosor [de ahí el gesto], perfecto». Después, otra chica, que podía ser la vecina de cualquiera (al cliché del cine x hay que sumar el españolito medio para ampliar mercado) se acoda en la ventanilla del coche y confiesa, ufana: «Yo, a mí, yo no sé los demás que dirán, pero a mí, me gustan grandes».

Hay que mermar la autoestima del cliente potencial con ejemplos de presión social antes de enseñarle el aparato de tortura, un gadget propio de la Inquisición del culto al cuerpo, un tensor ortopédico como los fijadores que inmovilizan la pierna de un accidentado. Cuando el Jes-Extender se aparece y la voz en off explica su aplicación mediante una animación, desde casa entrecierras los ojos y te proteges con las manos como si Cristiano Ronaldo estuviera a punto de chutarte una falta a toda potencia en la entrepierna.

La doctora Ana Puigvert, presidenta de la Asociación Nacional de Andrología, participa en un congreso sobre el tema que se celebra en Palma y asegura que la demanda de alargamientos de pene no para de crecer entre los jóvenes. Todos quieren el famoso vaso de tubo de Nacho Vidal, un percutor de hombría a la altura del estereotipo alimentado por una sociedad hipersexuada donde a las adolescentes les aflora el hilo del tanga por encima de las presillas del vaquero y la carne que no se expone no existe.

La mujer ha invertido el rol, le ha dado al hombre su propia medicina y coloca sobre su pubis la presión que históricamente arrastraba ella. Igualdad por contraataque. El prototipo de Ken –filtrado por la languidez de un crepúsculo– exige cejas pellizcadas por las pinzas, músculos adulterados en el gimnasio, depilación definitiva y bulto torero donde tampoco se permite vello. Será una moda, será pasajera, pero, como todas, es fruto de un culto al cuerpo que pasa de la salud razonable a la esquizofrenia estética (y de esteticista). A Ra gracias que la carbonización de los rayos uva empieza a estar tan anticuada como un karaoke. Las campañas de concienciación sobre el cáncer de piel han surtido efecto y ahora lo trendy es acercarse a la transparencia de Alaska. Hay que tener valor y escaso sentido del ridículo como para quedarse de pie en pelotas entre lámparas bronceadoras como si fueras Jeff Goldblum a punto de mutar en mosca. Todo por un bronce antinatural a lo Donatella Versace y pelear por una plaza en el infecto Mujeres, hombres y viceversa.

El fenómeno del alargamiento de pene es una imprudencia comercial para inseguros dispuestos a tratar su miembro como una morcilla al gusto XL sin que cale el mensaje de los expertos sobre la funcionalidad y medidas del pene medio. El españolito puntúa unos discretos 13,5 centímetros en la tabla europea, mientras jóvenes más próximos en la métrica al mito africano sueñan con tutearse con Rocco Siffredi y entran en un quirófano a aflojar tendones pélvicos por ganar uno o dos centímetros. Todo muy loco porque se supone que la calle está llena de mujeres como las del anuncio, se tiene por cerebro un micropene, se ha creído que no hay genética resistente al cirujano y no dejan de eyacularse apariencias en un mundo de viagra perenne.

viernes, 15 de abril de 2011

Periodismo

Sigo hoy un hashtag en Twitter de la Asociación de la Prensa de Madrid. Se llama #laboratorioAPM y en él van vertiendo los titulares más destacados de la quinta sesión del Laboratorio de Periodismo de la APM, dedicada esta vez al análisis de los nuevos perfiles profesionales. Llega el turno de uno y otro y me topo con la opinión de una de las ponentes. Lucía Herranz del Toro, directora de Hilo de Comunicación, dice lo siguiente: "No se puede estar con la idea de que me tienen que contratar y cobrar desde el primer día". Ah, ¿no? ¿Y entonces que hacemos señora? ¿Ese es el futuro que les queda a los que empiezan ahora, a los que nos enganchamos de nuevo?

No sé ni por qué utilizo la primera persona del plural. No sé si esta profesión me pertenece todavía como periodista o como una profesional formada en nuevas materias que también busca otras salidas. En ese intento de sobrevivir a esta situación desesperada, lucho por tener en mente por qué estudié periodismo. Recuerdo que lo decidí en el instituto tras una conversación con una persona que no era importante en mi vida. Yo no sabía si elegir el bachillerato de ciencias o letras. Quería ser periodista o matrona. Sí. Profesiones muy dispares pero me gustaban ambas. Al final, me decidí por eso de juntar letras y pensar en ellas para comunicar algo, para darle voz a la calle.

Empecé con mucha ilusión en el mundo laboral, como la mayoría de mis compañeros. Sin embargo, hoy, nueve años después de esa primera vez de pisar una redacción, los sentimientos son otros. Son sobre todo de tristeza por sentir que esta profesión se me escapa de las manos. No sé si por la maldita y repetida crisis o porque los medios de comunicación están en el cambio más importante de todos los tiempos. Internet es el porqué de todo, del avance, de esta evolución comunicativa que me hace seguir a @pedrojramírez, director twittero de El Mundo, pero al que no le puedo comunicar, ni yo ni nadie, nuestra situación desesperada.

Pese a todo, hay una llama dentro de mí que me ayuda a continuar, a pensar que sí puedo vivir de esta profesión deseando tener contrato y sueldo desde el primer día porque Señora Herranz del Toro, mi profesión y la suya es como la de cualquier otro y tiene que ser igual de digna que las demás, igual de reconocida y eso viene dado no solo por su valor ético con la sociedad sino por las condiciones laborales de quienes la desempeñan. Ojalá, opiniones como la suya no se escuchen más en foros sobre periodismo. ¡Ojalá!

viernes, 8 de abril de 2011

Trotaturismo

Publicado en El Mundo-El Día de Baleares (8-4-2011)

Torrente: misión en Mallorca

POR MARCOS TORÍO

Situación imposible: finales de los 60 y en los cines, además de ruiseñores y marisoles, triunfa un tipo casposo, xenófobo, putero, guarro e inútil. La taquilla se rinde ante Torrente: misión en Mallorca. En el cartel: el policía, dos suecas de carnes prietas y cascos ligeros, Catedral de fondo y Alfredo Landa con cara de bobo y baba pegada al par de culos escandinavos. En la peli, se limpia la manteca de las ensaimadas en la camisa y se ríe de los emigrantes españoles que han liado el petate en sus tierras sin curro y trabajan en la hostelería. (voz torrentiana) –Eh, tú, forasterillo, tráeme un platito de frito mallorquín. Rapidito, que te mando a tu pueblo en el barco de rejilla.

El andaluz agacha la cabeza (primero dice «zí, zeñó, ahora mismito» –siempre con la zeta para alimentar el tópico–) y va a la cocina. El público ríe y, de repente, en la próxima escena, Torrente monta en un seiscientos veloz como el DeLorean de Marty McFly y aparece en pleno 2011 en el I Foro de Turismo de Palma con la chaqueta llena de lamparones a punto de escuchar el parlamento del presidente de Fomento de Turismo, Pedro Iriondo: «La imagen que se da de la Playa de Palma es para no volver. ¿Cómo podemos tener gente que repita en este destino cuando hay trileros, rumanos, prostitución y masajistas en las playas?». José Luis acaricia su pin del atleti, se rasca la entrepierna y grita: «¡¿Rumanos? Quita bicho, a robar a su país, pero que se queden las putitas, aunque sean negras!».

Iriondo encajaría como personaje que prepara el chiste a Torrente, pero se le ha ido la boca de las generalizaciones en la vida real de chaquetas y lobbies de influencia. El comentario –¿acaso no tiene España un pequeño Torrente dentro?– pasaría el corte en una barra de bar de barrio -escarba que te escarba con el mondadientes- o en la sobremesa de puro y copazo de Soberano, porque hay muchos que toman la parte por el todo. Pero vomitarlo así, en público, entre los entendidos del sector, suena tan xenófobo como lo es.

Habrá rumanos que roben autorradios y rumanas que metan mano a los bolsillos del paseante, trileros que estafen la rapidez visual del guiri y africanas que vendan su garganta en una esquina oscura por tres euros. Independientemente de donde hayan nacido y de donde hayan emigrado, también los hay que doblan el lomo para hacer las camas donde duermen los turistas y sirven lo que se van a comer. Son mano de obra barata, tal y como lo fueron los forasters a los que se mandaba al barco de rejilla y que, en un beneficio mutuo, levantaron la economía de Mallorca de la misma forma que la isla les puso un plato en la mesa y les llenó de ahorros el petate.

El discurso de Iriondo muestra una falta de respeto absoluta hacia los extranjeros que no se ganan la vida como él señala –si eres rumano, parece que te toca ser maleante de serie, lo siento– y demuestra que ha venido de visita a estos tiempos en el coche de Regreso al futuro.
Si se refiere a la falta de cualificación, los entendidos como él deberían invertir en la formación de los trabajadores y mimar sus condiciones porque las señoras andaluzas, extremeñas o de donde sea que llegaron, las que se dejaron las articulaciones en los hoteles por dos duros, están jubiladas con sus fibromialgias y reumas o disfrutando de un trabajo menos duro. Que se lo han ganado.

Los inmigrantes no deben ser los nuevos forasters de la hostelería ni Torrente debería salir del cine, donde uno puede reírse de este país que ya no vive al son ingenuo de una canción de Marisol.

lunes, 4 de abril de 2011

Reflexiones

El anuncio de Zapatero va a dar mucho que hablar y escribir. Twitter, Facebook, medios on line... Todo echa humo. Tanto, que ya empiezo a estar cansada y todavía no se han celebrado ni las primarias. Me pregunto si esto que ha comunicado lo ha hecho para callar las bocas de unos, para dar alientos electorales a otros o simplemente para descansar. Lo que sí está claro es que desde que ayer lo dijo, no se habla de otra cosa. Y la que nos queda, que dirían algunos. Pues sí. La que nos queda porque digo yo: si algún presidente dejara su ego y se pusiera a escucha a pie de calle, ¿las cosas cambiarían? ¿Sería consciente de la importancia que los ciudadanos le dan al paro? ¿Sabría que la gasolina no deja de subir? ¿También las verduras? ¿Podría en marcha medidas reales para crear empleo estable y de calidad? ¿Escucharía o negaría la palabra a los banqueros? ¿Dejaría que sus votantes se fueran a trabajar a otros países porque en el suyo no hay ná pa nadie? Demasiadas preguntas sin respuestas. Muchos interrogantes para quedarse en el vacío del "nadie sabe nada de cómo va a salir esto". Yo tampoco lo sé pero sí conozco mi realidad y la de otros tantos que me acompañan en la cola del paro después de haber estudiado una carrera universitaria, un máster y tener casi una década de experiencia laboral. ¿Para qué tanto? ¿Para qué estudié pensando en lo que me decía mi madre y mi abuela? "Niña, estudia que este es tu futuro". A estas alturas de la cuestión, no sé si mi futuro depende de mis estudios o de qué... Lo que sí tengo claro es que mi presente no pasa por alabar a un presidente que empezó por dar aliento sobre la creencia de que la política se podía hacer de otro modo y ahora se marcha con el fracaso debajo del brazo.

viernes, 1 de abril de 2011

Colores de día y noche


El sitio de mi recreo tiene sombras de molinos. Es un lugar que presume de días llenos de sol, de luces radiantes, que estimulan la alegría más interior. Mientras van pasando las horas del alba, acoge los azules más tranquilizadores, serenos e infinitos. Va andando el día y con él los naranjas más cálidos se van tornasolando para recibir la noche. Es entonces cuando el negro y los destellos del plata entran en escena y forman una invitación a la reflexión más noble.