No busco nada. No busques nada. Todo es producto de nuestra imaginación.

viernes, 8 de abril de 2011

Trotaturismo

Publicado en El Mundo-El Día de Baleares (8-4-2011)

Torrente: misión en Mallorca

POR MARCOS TORÍO

Situación imposible: finales de los 60 y en los cines, además de ruiseñores y marisoles, triunfa un tipo casposo, xenófobo, putero, guarro e inútil. La taquilla se rinde ante Torrente: misión en Mallorca. En el cartel: el policía, dos suecas de carnes prietas y cascos ligeros, Catedral de fondo y Alfredo Landa con cara de bobo y baba pegada al par de culos escandinavos. En la peli, se limpia la manteca de las ensaimadas en la camisa y se ríe de los emigrantes españoles que han liado el petate en sus tierras sin curro y trabajan en la hostelería. (voz torrentiana) –Eh, tú, forasterillo, tráeme un platito de frito mallorquín. Rapidito, que te mando a tu pueblo en el barco de rejilla.

El andaluz agacha la cabeza (primero dice «zí, zeñó, ahora mismito» –siempre con la zeta para alimentar el tópico–) y va a la cocina. El público ríe y, de repente, en la próxima escena, Torrente monta en un seiscientos veloz como el DeLorean de Marty McFly y aparece en pleno 2011 en el I Foro de Turismo de Palma con la chaqueta llena de lamparones a punto de escuchar el parlamento del presidente de Fomento de Turismo, Pedro Iriondo: «La imagen que se da de la Playa de Palma es para no volver. ¿Cómo podemos tener gente que repita en este destino cuando hay trileros, rumanos, prostitución y masajistas en las playas?». José Luis acaricia su pin del atleti, se rasca la entrepierna y grita: «¡¿Rumanos? Quita bicho, a robar a su país, pero que se queden las putitas, aunque sean negras!».

Iriondo encajaría como personaje que prepara el chiste a Torrente, pero se le ha ido la boca de las generalizaciones en la vida real de chaquetas y lobbies de influencia. El comentario –¿acaso no tiene España un pequeño Torrente dentro?– pasaría el corte en una barra de bar de barrio -escarba que te escarba con el mondadientes- o en la sobremesa de puro y copazo de Soberano, porque hay muchos que toman la parte por el todo. Pero vomitarlo así, en público, entre los entendidos del sector, suena tan xenófobo como lo es.

Habrá rumanos que roben autorradios y rumanas que metan mano a los bolsillos del paseante, trileros que estafen la rapidez visual del guiri y africanas que vendan su garganta en una esquina oscura por tres euros. Independientemente de donde hayan nacido y de donde hayan emigrado, también los hay que doblan el lomo para hacer las camas donde duermen los turistas y sirven lo que se van a comer. Son mano de obra barata, tal y como lo fueron los forasters a los que se mandaba al barco de rejilla y que, en un beneficio mutuo, levantaron la economía de Mallorca de la misma forma que la isla les puso un plato en la mesa y les llenó de ahorros el petate.

El discurso de Iriondo muestra una falta de respeto absoluta hacia los extranjeros que no se ganan la vida como él señala –si eres rumano, parece que te toca ser maleante de serie, lo siento– y demuestra que ha venido de visita a estos tiempos en el coche de Regreso al futuro.
Si se refiere a la falta de cualificación, los entendidos como él deberían invertir en la formación de los trabajadores y mimar sus condiciones porque las señoras andaluzas, extremeñas o de donde sea que llegaron, las que se dejaron las articulaciones en los hoteles por dos duros, están jubiladas con sus fibromialgias y reumas o disfrutando de un trabajo menos duro. Que se lo han ganado.

Los inmigrantes no deben ser los nuevos forasters de la hostelería ni Torrente debería salir del cine, donde uno puede reírse de este país que ya no vive al son ingenuo de una canción de Marisol.

No hay comentarios: