No busco nada. No busques nada. Todo es producto de nuestra imaginación.

domingo, 19 de junio de 2011

Coctelera

-¿Por qué no vas andando, Duncan?
- ¿Para qué? - preguntó Duncan, exasperado.
Para que no se te quiebre la espina dorsal cuando un coche, conducido por un delirante adolescente, o por un adulto borracho que sufre un ataque cardiaco, te aplaste en la calle, pensó Garp, y su maravilloso y cálido pecho quede aplastado contra el bordillo, y tu cráneo no se abra en dos cuando aterrices en la acera y algún imbécil te envuelva en un viejo felpudo como si fueras un animalito doméstico descubierto en la alcantarilla. Luego salen a la calle los papanatas de los suburbios y tratan de adivinar de quién se trata ("la casa verde y blanca de la esquina de Elm y Dodge, me parece"). Entonces alguien te trae a casa, toca el timbre y me dice: "Lo siento", señala el bulto sanguinolento del asiento trasero y pregunta: "¿Es suyo?". (El mundo según Garp, John Irving).

Algunas veces mi mente viaja a la velocidad de la de Garp.