No busco nada. No busques nada. Todo es producto de nuestra imaginación.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Y ahora, Mafalda

Mafalda: ¿Qué escribe a máquina tu mamá?
Libertad: Traducciones para libros porque lo que gana mi papá es para pagar el departamento. Mi mamá sabe francés. Los franceses escriben los libros en francés, ella los copia como hablamos nosotros y con lo que cobra compra fideos y esas cosas. Hay un tipo... espera, ¿cómo se llama?... Yanpol... Yampol Belmon... ¡no! ... yampol... ¿Sastre, se llama?
Mafalda: ¡Ah! ¿Sartre?
Libertad: ¡Ése! El último pollo que comimos lo escribió él.
Papá de Mafalda: ¿Te gustan las plantas, Libertad?
Libertad: En maceta, no; las plantas me gustan en la tierra-tierra.
Papá de Mafalda: Sí, claro, pero eso es imposible; yo vivo en un departamento.
Libertad: Usted me preguntó si me gustan las plantas, no si me gusta su vida.

HOLA

Hola, ¿estás sola? Así me gustaba saludar hace tiempo. Me encanta esa expresión. Al igual que me encantó la película. Hoy voy a comentar una banalidad de la palabra HOLA. También es el nombre de una revista, de sobras conocida por todos. Esta semana, dedica su portada al 70 cumpleaños de la Reina Sofía. Lanzo una pregunta: ¿cuándo abrazaremos la Tercera República? Además, incluye a Paquirrín entre sus titulares. Lanzo una pregunta: ¿cuándo dejará de escribir Chelo García Cortés en estos papeles?

Hola, ¿estás sola?





domingo, 26 de octubre de 2008

Pedro Simón

Este verano, pasé muchas noches esperando en un sofá rojo. Esperaba que me trajeran la última de Pedro Simón, su particular "En camisa de once varas". Recién calentita, sin estar todavía impresa en rotativa. Me sentía una privilegiada.

Esta mañana, al abrir elmundo.es me he topado con un reportaje de Pedro Simón. Fenómeno. Me he sentido una privilegiada.

sábado, 25 de octubre de 2008

Esperando al postre

Hoy siento que el día está perdido. Desde hace un año sé de una boda, un acontecimiento al que, sin duda alguna, tengo y debo asistir. ¿La razón? Se casa la hija de la "hermana" de mi madre. ¡Dios mío! Estoy cansada de tanta boda, de tanto dinero dado sin sentido, de tanta parafernalia para jurar amor eterno, de ir a sitios donde no conozco a nadie, de sacrificios sociales por personas que no saben nada de mí... En fin, sólo me queda fumar y esperar a que el postre llegue pronto. Eso y el cubata, que siempre se agradece y hace más llevadero acontecimientos como estos.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Nuevos sones

Una noche en una tetería de Granada da para mucho. Para beber té moruno, fumar melocotón y escuchar sones como estos, cargados de fusión, sonidos árabes, notas de otro mundo. Quien canta es Khaled, un cantante argelino, y es un concierto suyo en París. Ah, la canción se llama Didi.

lunes, 20 de octubre de 2008

Nuevo refugio

El dibujo de un coche con trazos de niño pequeño sobre el que pone MARC es lo primero que veo cuando levanto los ojos de la pantalla de mi ordenador. También veo unas recomendaciones para no perder la voz (cosas de la profesión) y un poema de Inmaculada Mengíbar que una muy buena amiga me regaló un día, cuando casi todo se teñía de gris. Ahora este rincón, refugio en muchos momentos, cambiará. El domingo tendré nueva morada (gracias a un buen amigo, todo hay que decirlo). Por un tiempo, sí. Pero será, espero, una corta y tranquila transición para estar en mi nueva casa, la que espero encontrar pronto. Sin prisas pero sin pausa y con el único convencimiento de que este cambio será un paso de gigantes en mi vida.

viernes, 17 de octubre de 2008

Bajo cero

Las cuentas de todos hacen crack, como dirían algunos. Pues la mía ya lo está haciendo. Maldita crisis. Maldito dinero.

martes, 14 de octubre de 2008

Magnífica

Soy muy fiel a mi columnista de opinión preferido.

Publicado por El Mundo-Baleares, 11-10-2008

El Crack de los 29

MARCOS TORÍO

Mis amigos son como Solbes: no se creen la crisis hasta que no les ha comido el almanaque. Cumplen 30 en 2008, cambian de dígito y, en un intento de madurez, niegan el cisma, el Crack de los 29 que, si bien no acarrea la Gran Depresión, invita al intervencionismo en la memoria. Llamé uno por uno a los que envejecen este mes o el próximo para darles voz hoy aquí. «Tú lo que quieres es que te escribamos lo del sábado y, ya puesto, nos das un repaso. Abortamos tu columna porque nos parece una chorrada lo de cumplir 30. Cuenta lo que quieras que a ti tampoco te falta tanto». No le tengo en cuenta el comentario a mi amiga porque anda estudiando el tarot para adivinar cómo estará de aquí a los 31. Una manera como otra cualquiera de afrontar la crisis. El Crack de los 29 la tiene tensa, aunque lo revista de espiritualidad y se esté haciendo un nombre entre el resto de féminas del grupo como una broker de las indecisiones. Confiar en una baraja de cartas puede ser el primer síntoma de recesión, de la menopausia juvenil. O simplemente, una versión adulta del Vale. Desde aquí, amiga pitonisa, te enciendo la vela del 3 y le pido que puedas pagar el recibo de la contribución. No le dan importancia porque la crisis de los 30 les ha pillado con el mundo en suspensión de pagos. ¿Quién se va a parar a pensar en que está más gordo y cada vez tarda menos en lavarse la cabeza si lo único que tiene a plazo fijo es la versión mensual y casera de Lehman Brothers? Nos clarean las entradas conforme las salidas nocturnas adquieren tintes de excursión. Ya hay niños en las cenas y la fiebre del sábado noche se queda en el mantel con dos copas y la pereza de tomarlas en una barra. Estamos en crisis.Miran para otro lado porque olvidan que los chavales les piden la hora llamándoles señor, que los escaparates pueden dejarles a cuadros con modas que ya hemos vivido y que el hit del momento es una versión de un tema prehistórico parido en los 90. La crisis de los 30 será dogma de fe si escuchas a uno de tus quintos afirmarle a su hermano pequeño: «Esta canción es de mi tiempo». Entonces, sientes un escalofrío al recordar que tu padre dijo lo mismo cuando aquel estío adolescente le hiciste saber que El toro y la luna era la canción del verano. El cambio a la treintena no es más que una manera arbitraria de encerrar en una burbuja psicológica una vida que ya ha estallado silenciosa antes de que se corte la tarta, helada por las responsabilidades. Hay días tan grises como un suplemento económico que la nostalgia tiñe de salmón o sepia. Pero esos días pasan como los años, veloces, de nochevieja en nochevieja, sobre las vías de un Interrail sin descuento, con la lista de la compra en la mano. En cuanto cerramos el álbum de la añoranza, volvemos a ser adultos sin tiempo siquiera para recordar que todas las crisis son cíclicas y se extinguen con un soplido. Tengan los números que tengan.

lunes, 13 de octubre de 2008

Como Lola y Carolina

Entre búsqueda y búsqueda de piso para mí sola, paso los últimos días. Entre dudas de si la decisión tomada es la correcta, paso mis pensamientos. Unas ideas, más bien obsesiones, que ocupan mis momentos más duros, esos en los que una se encuentra con sí misma, sin espejos amigos donde mirarse. Sola. Menos mal que esa soledad deseada y querida ha estado turbada por la presencia de dos mujeres de hoy y ayer. Divertidas, locas, luchadoras, a veces sin razón alguna, a veces con toda la sabiduría que da una arruga. No tengo duda alguna. De mayor quiero reír y llorar como Lola y Carolina. Sobre todo, quiero hacerlo con las mismas ganas y la misma fuerza.

lunes, 6 de octubre de 2008

domingo, 5 de octubre de 2008

Interesante

PUBLICADO EN EL MUNDO


Carmen Balcells: 'He pensado vender la agencia, ¿pero a quién?'

ANTONIO LUCAS

MADRID.- Antes de entrar, desde la cabina renqueante de un ascensor de jaula con apliques burgueses, se adivina ya un salón de luces amplias regado de voces, de risas, de ese dulce estruendo de cristales en el brindis de la sobremesa. Alguien abre la puerta de hierro colado y al fondo de una mesa con mantel de hilo, como una gran sacerdotisa, Carmen Balcells alza los ojos de águila lista, de águila sentada. Pone en pie una mano abacial a modo de saludo y mientras lanza dos frases de cortesía pasa el escáner de los ojos por el esqueleto forastero.
Este mediodía los invitados a la vieja ceremonia son Mario Vargas Llosa y su esposa, Patricia. Con ellos está el núcleo duro de la agencia literaria: Gloria Gutiérrez, Javier Martín, Carina Pons, Nuria y un joven con perfil de sabio tronado al que todos llaman "el genio"...
La escena tiene algo de brasa de hogar bajo unos techos altísimos, de fiesta íntima en el santuario de la literatura hispánica donde Carmen Balcells, desde una silla de ruedas que ella convierte en trono, apacienta un caudaloso rebaño de secretos con los que se podría repensar la intrahistoria de la narrativa de la segunda mitad del siglo XX. Es este un piso amplio, elegante, inflamado de claridad, en la zona noble de Barcelona.
Esta mujer viene cincelada por una leyenda que tiene en la discreción las huellas de su autoridad. "Como tanta gente, valgo más por lo que callo que por lo que digo", afirma. En casi 80 años habrá concedido cinco, seis entrevistas. En casi 80 años habrá rechazado 100, 200 reportajes. "No es malo que exista la leyenda, a condición de que yo no me la crea. Seguramente me he beneficiado de ella, claro, pero lo que a mí me ha hecho ser alguien es la audacia y el saber ganarme la confianza de mis clientes", comenta con una voz suave macerada por la edad, su enérgica edad.
Llama clientes a quienes otros quisieran condecorarse como amigos: Gabriel García Márquez, Vargas Llosa, Onetti (cuando vivía), Isabel Allende... "Para mí son clientes de la agencia. Así de claro. Y luego existen vínculos, cómo no, relaciones entrañables. Pero nunca he olvidado que en esta casa vivimos de los grandes escritores. Y yo me hago querer todo lo que puedo para evitar las deserciones. En esto somos como el ejército. Respecto a la amistad, los años te hacen comprender que en toda una vida sólo da tiempo a tener tres o cuatro amigos, no más. Esos son los que caben en una existencia", ataja.
Gabo: 'Carmen, ¿me quieres?'
Un día le llamó Gabo desde México y al acabar la conversación éste le preguntó: "Carmen, ¿me quieres?". La respuesta fue, una vez más, un golpe de talento: "Mira, no te puedo contestar a eso porque supones el 36,2% de nuestra facturación". Es rápida como la sangre. Astuta como una campesina, como dijeron de ella en 'Le Monde'.
La Balcells gasta el saber y la fuerza de quien se ha hecho en los duros remontes de una profesión a contracorriente. Los editores la temen. Es una fajadora que toca el piano con guantes de boxeo. Este oficio no entró en la modernidad hasta que ella no puso patas arriba el tinglado operativo de la representación de autores. Hoy su modelo de gestión se estudia en algunas de las mejores universidades del mundo. "Lo que me propuse fue convertir mi trabajo en algo digno", dice satisfecha.
Logró eliminar los contratos vitalicios y otras tiranías editoriales e imponer las clausulas de cesión por tiempo limitado de un libro. Entre su cartera de clientes tiene a más de 200 autores del mundo hispánico. Entre ellos a cuatro premios Nobel: Neruda, Aleixandre, Gabo y Cela. En los años 60 fundó en Barcelona la capital mundial del 'boom' latinoamericano. "Aunque a mí esa palabra, lo del boom, no me gusta. No quiere decir nada", aclara. Pero el caso es que ella sola logró cambiar las coordenadas geográficas del asunto. "Así fue. Conseguí que casi todos ellos pasaran y se quedaran en Barcelona. Al menos un tiempo. Nunca se repetirá algo como aquello. Pasarán muchas cosas en la literatura (y espero estar aquí para ver algunas de ellas), pero como esa generación, jamás. Fue lo más fresco, innovador y regenerador que hemos tenido".
Varga Llosa se despide y este largo adiós es otra fiesta. Al instante, Balcells da una nueva orden disimulada: "El reportero aquí; el fotógrafo a este otro lado... Pregunte, pregunte". Y ya ha vuelto a organizar otra galaxia de gente a su alrededor. Sobre la mesa un teléfono, un bolígrafo y un timbre para pedirle más café claro a las chicas del servicio. Y un paquete de Nobel, y un pitillo que se enciende y deja consumir entre el arpa gruesa de los dedos.
- Ese cierto misterio suyo...
- Ya, es lo que dicen, pero no ha sido deliberado. Obedece a una estética que he elegido como forma de vida. Tiene más que ver con el mundo ético y estético, lo que antes se llamaba moral. Eso está en mí muy arraigado. Lo heredé de mi madre.

¿soluciones?

Una pregunta: ¿por qué siempre dan holgura a los que más tienen y aprietan al que se rasca más el bolsillo?