No busco nada. No busques nada. Todo es producto de nuestra imaginación.

lunes, 29 de junio de 2009

Orgullo del Sur


Algunos y algunas opinan que la normalidad es la mejor forma para pedir igualdad. Sin embargo, otros, entre los que me incluyo yo misma, piensan que es mejor gritar cuando obtener la igualdad es todavía un camino con piedras por recorrer. Para muestra un botón. No se puede decir que el colectivo homosexual disfrute de una igualdad plena porque son muchos los que todavía miran asustados desde las ventanas al paso de una cabalgata gay. Ocurrió en Sevilla este pasado sábado. La Cabalgata del Orgullo Gay recorrió las calles de la ciudad al paso crítico de unos y la admiración de otros. Pese al desconcierto, la única verdad es que transcurrió sin ningún incidente, con alegría por poder reivindicar esa normalidad y, en consecuencia, igualdad desde una ciudad, Sevilla, con tintes provincianos de la España de ayer.
P.D. La fotografía es de Francisco Artacho y la hizo mientras discurría la cabalgata por las calles de Sevilla.

sábado, 27 de junio de 2009

Trotajacko

Publicado en el suplemento La Otra Crónica de El Mundo (27 de junio de 2009)

GAME OVER, JACKO

MARCOS TORÍO

Con una moneda de cinco duros en la ranura, la mano izquierda en el joystick desgastado y la derecha sobre los botones rojos masacrados por la llama de un mechero descubrí a Michael Jackson. Los viernes por la tarde entraba en aquella sala de recreativos para alimentar de monedas la máquina de Moonwalker, un videojuego en el que un Jacko virtual giraba sobre calcetines blancos, adelantaba un brazo, se colocaba el sombrero y retrocedía sobre sus pies cada vez que le inducía con mis dedos al asesinato de elegantes hampones. Yo usaba la consola con cuerpo de tragaperras como una gramola donde escuchar Smooth Criminal, el tema que mecía la partida contra la mafia.
Jackson nunca fue más real que en esa programación informática, infinitamente más libre que el holograma de pompa de jabón desinfectante con el que intentó protegerse de sí mismo. Sudó el éxito bajo una chupa roja y alquiló mitomanía contratando alianzas con Priscilla Presley. James Dean y Elvis sembraban entonces guiños biográficos para un fin común. La diferencia con ellos es que Jackson ha muerto de viejo, sin infancia, con una niñez descabalgada en las listas del Billboard. Por más que viviera en Neverland, voló más cerca de Benjamin Button que de Peter Pan. Nunca jamás aterrizó. La regresión se le fue de los guantes. Usó todo el algodón recogido por sus antepasados para desmaquillar la burbuja dorada de la Motown, la bola encrespada de pelo y talento, los túneles de la nariz, la mano negra del padre esclavista. Hasta afilarse como un punzón excéntrico, un mutante en formato compact disc que no controló los tiempos de la ancianidad. Más vale tarde que nunca.
La MTV le venerará como el Ciudadano Kane del videoclip, Madonna y Prince le guardarán el sitio de icono de una década y las crónicas repasarán el ocaso zombie en los tribunales a ritmo de thriller.
A pesar de los tintes, desrizados y decoloraciones, del estupor y la grima, siguió negro por dentro, sobre un baile robótico y prodigiosamente personal. Afortunadamente. El soul, el funky y los sonidos disco evolucionaron bajo las cuerdas de guitarras eléctricas y, a la orden de un grito agudo, crujían un puñado de cristales rotos por Quincy Jones.
Cuando se publicó Billie Jean yo no llegaba a los mandos de la maquinita, pero años después: ¿Quién quería romper la espera del Insert Coin con naves espaciales si Moonwalker ofrecía marciano, ametralladora de Al Capone y banda sonora negra? Se acabaron las vidas de la partida. Game over, Jacko.

domingo, 14 de junio de 2009

Millennium

Esperando el tercer libro de la saga Millennium. Así estoy. Mientras tanto una amiga me avisa de un reportaje en Público. Ante la disyuntiva de amar u odiar a Lisbeth, lo tengo claro. Me encanta este personaje. I love su forma de actuar.

miércoles, 10 de junio de 2009

De mañana

El mal humor se apodera de uno casi sin pensarlo. De pronto, sientes tristeza, mucha tristeza. Sientes desolación y, sobre todo, ganas de esconderte. ¿Cuándo se irá? No lo sé. Sólo sé que mientras tanto no quiero ver a nadie porque cada vez temo más las malas contestaciones y la posibilidad de hacer daño a quien no quieres.

domingo, 7 de junio de 2009

75 minutos

Ella, Rocío Vicente, es de esas periodistas claras sobre lo que quiere en su presente y su futuro laboral. Le gusta trabajar en la tele, disfrutar de la inmediatez y la cercanía que otorga la cámara, trasladar al espectador lo que tu objetivo natural y artificial capta. Ella es terca y, sobre todo, valiente. Después de una etapa tranquila en Emplea2, se ha ido a un nuevo programa de Canal Sur. 75 minutos es su nuevo destino. Lo ha hecho con convicción, sabiendo que los medidores de audiencia no captan la calidad del material sino cifras golpeadoras o alentadoras. Esperemos que esta vez le favorezcan. El programa se estrena este miércoles 10 de junio a las 22.00 horas. Hay que verlo, ¡eh!
Lo de Il Cavaliere es tremendo. No pasa nada. Ni unas fotos inmutan a los italianos, que le siguen dando su apoyo. ¿El por qué? Tal vez, este sociólogo da algunas pistas. La fuerza de ser uno mismo es la respuesta. Sin embargo, creo que no todo vale para SER UNO MISMO. Menos aún si eres quien dirige el país. Menudo ejemplo.

Me quedo con esto de la entrevista.

P.- Si no es suficiente el que recientemente un Tribunal de Milán haya declarado probado que Berlusconi sobornó al abogado británico Mills para que prestara falso testimonio en dos juicios contra él, si no es bastante que haya 700 fotos de las fiestas en Cerdeña con chicas en topless y menores... ¿Qué haría falta para que Berlusconi cayese?
R.- Algo más grave. No es suficiente ni Noemi ni el caso del abogado Mills...

P.- ¿Qué podría ser más grave?
R.- No sé, que se demostrara por ejemplo que el padre de Noemi está relacionado con la camorra y que es por eso por lo que es amigo de Berlusconi. Pero el que hayan hecho fotos a siete chicas en bikini en Cerdeña no basta... Lo que yo creo es que Berlusconi está destinado a consumirse lentamente, no de manera drástica. No se olvide de que ha sido elegido por el pueblo. Y si volviera a haber elecciones, volvería a ser elegido.

Trotaletras

(Publicado en El Mundo-El Día de Baleares, sábado 6 de junio de 2009)

Gusanos de seda

MARCOS TORÍO

LA FELICIDAD de unos zapatos nuevos se evaporaba en un par de charcos, de carreras sobre gravilla. Cuando la kriptonita del uso reventaba el poder del superhéroe calzado, permanecía impecable la caja porteada desde la zapatería pese al pragmatismo de mi madre, que luchaba por no añadir otro cajón desastre a la capacidad acumulativa del hijo. A edad muy temprana, interioricé que los pantalones tenían bolsillos para llenarlos de objetos, algo que en casa interpretaban como una moderada diógenes infantil.
Los antecedentes alejaban las cajas de mis pequeñas garras justo en el momento crítico del billete sobre el mostrador. «La necesitaremos para los gusanos de seda», argumentaba con tal de no salir de la tienda sin lo que me pertenecía. Mi madre no oponía resistencia cuando se tocaban los resortes de su propia infancia y yo conocía de sobra que ella también había alimentado bichos en cajas de zapatos.
Al llegar la primavera, el tráfico de gusanos de seda florecía en los colegios igual que crecían la peonza, el yo-yo y las canicas, otros productos de temporada y cosecha variable gracias a su independencia del ciclo de la vida. En términos turísticos, estaban desestacionalizados.
Los hijos de padres totalmente contrarios a la cría casera de insectos se conformaban con germinar un puñado de lentejas sobre algodón mojado. Tenía su gracia como experimento agrícola, técnica de semillero o incluso como mascota vegetal, pero hasta donde yo sabía las legumbres ni comían, ni escupían hilo por la boca, ni se convertían en mariposa que, aunque fea, tenía su punto como objeto volador. En una caja de cartón con la tapa agujereada veías crecer bichos con poderes similares a Spiderman y Superman que se alimentaban con hojas de morera, árbol excéntrico que terminaba la primavera medio caduco.
Los criadores más salvajes retaban la adaptación de la especie incluyendo lechuga en el menú, una perversión gastronómica de resultados similares a una epidemia de colitis. Esos bárbaros merecían un hámster comepipas –por siempre una infecta rata pretendidamente graciosa– o sufrir el tedio de la tortuga diminuta en su oasis de verdina, que sobrevivía con una minigamba disecada al día.
Los gusanos de seda ofrecían espectáculo continuo, acción sin descanso en sus mandíbulas voraces, la sorpresa del tacto frío, patas pegajosas, capullos de diferentes colores y los huevos como fin de fiesta. Por todo eso, no te importaba despellejarte los zapatos nuevos trepando a la morera. Dejabas de ser un superhéroe para que ellos, sin salir de su caja, se convirtieran en los tuyos.