No busco nada. No busques nada. Todo es producto de nuestra imaginación.

domingo, 30 de enero de 2011

Tarde de domingo

Los domingos son esos días en que te levantas y solo piensas en la hora para acostarte de nuevo. Aburridas, cansinas, holgazanas, enfermizas... Así son las tardes de domingo.

domingo, 23 de enero de 2011

Twitter

Debo confesarlo sin tensiones ni timideces de por medio: estoy enganchada a Twitter. Hace solo unos meses que lo utilizo pero cada vez me tiene más fascinada. Cuando estoy inmersa en él me acuerdo de esos amigos que rechazan las redes sociales, que huyen de mostrar sus intereses ante los otros. Y me dan pena. Jar. No sé. Pero creo que se pierden la revolución comunicativa. La posibilidad de comunicarte con gente del otro lado del charco, de conocer sus intereses, de saber de su día a día. A mí me fascina todo esto. Amo la comunicación. Soy un animal comunicativo y todo lo que tenga que ver con su futuro, me seduce por completo. ¿Qué es Twitter? Algunos se empeñan en definirlo, en describirla, en decir sus virtudes... Para mí es lo siguiente:
- Concebir la vida en 140 caracteres.
- Hablar con gente que tienen una @ delante de sus nombres.
- Acceder a sus listas.
- Conocer a mis seguidores y los suyos.
- Saber de los Globos de Oro por sus protagonistas (@evalongoria, @don_draper).
- Ver una fotografía del rodaje del último capítulo de Modern Family (@sofiavergara).
- Estudiar los dimes y diretes sobre la #leysinde.
- Comunicarme con gente a la que admiro (@alejandrosanz, @borisizaguirre, @alexdelaiglesia, @atomm, @santiagosegura).
- Seguir un programa en directo por los comentarios de los demás (@Granhermano, #DBT).
- Leer la prensa a través de los enlaces de otros (@europapress, @el_mundo, @elpais, @publico_es).
- Buscar empleo (#empleo, #trabajo).
- Saber las novedades de los lugares que amo (#Mallora, #Málaga, #Formentera, #Madrid).

Y se me quedan cosas pero es que las estoy descubriendo. Y eso es lo que más me fascina: todo lo nuevo. Todo lo que tengo todavía por aprender. Todo lo que tengo por caminar.

miércoles, 19 de enero de 2011

Luz

Y entonces un día te levantas y ves que la luz que entra en tu habitación es otra. No mejor ni peor pero sí más luminosa que aquella otra, esa que contemplabas hace solo unos días. En esos momentos, te invade la nostalgia por los amigos, el día a día... Y añoras esa rutina construida durante los últimos años. Sin embargo, la pena no se apodera de ti. Es imposible hacerlo con esta luz. Es muy difícil que pase cuando la felicidad y la seguridad se va apoderando de tu alma. Y así, sin pensarlo, empiezas a tocar puertas. Toc, toc. Y quien pensabas que no te la abriría, lo hace. ¿Por qué? No lo sé. Solo soy consciente que eso me hace feliz y, por supuesto, con eso me quedo.

Trotabingo

Me había olvidado de colgar esta columna publicada por El Mundo-El Día de Baleares el 15 de enero de 2011. Es de mis favoritas.

Primitiva, la del bombo


POR MARCOS TORÍO

EL NOMBRE marca, nos fija para toda la vida en formularios, documentos oficiales, en la boca de los demás y en la propia. Hay quien lo tunea con diminutivos o directamente se lo cambia por una mañana de cola en el registro. Los pijos son un caso aparte porque, se llamen como se llamen, acaban por designarse con una combinación de dos sílabas, muchas veces desligada de lo que figura en el DNI. (Nota: si el nombre ya tiene dos sílabas, también lo cambian). Puedes ser Eugenia de bautismo y que te llamen Cuqui, Piti, Mili, Cari, Cori, Core o Pelu. De Pelusita bonita, este último. El almíbar de los niños del jersey a rayas y el Audi blanco. Y siempre dos sílabas. Los pijos huyen de las esdrújulas al tratarse.

Hay quien, por destino o ironía, confirma o desacredita un rasgo de su carácter o profesionaliza lo que le tocó al nacer: una comadrona llamada Dolores, una ganadera que responde por Lidia, Angustias que vive con el alma en pena, Modesto el presuntuoso, Prudencia la impulsiva o el enterrador que se apellida Camposanto. Al leer un nombre como el de Primitiva Parrona, uno la imagina arrodillada con su brochita como arqueóloga del equipo de Arsuaga en las excavaciones de Atapuerca o despachando boletos en una administración de lotería. La vida, el destino, la ironía o la noticia la ha sacado del anonimato, del local parroquial donde ejerce de binguera. Se impone la segunda opción, la del juego. El Homo Sapiens espera a otra Primitiva.

La señora con nombre de juego de azar ha pasado de gentil colaboradora en el ocio de los ancianos al runrún de una presunta apropiación indebida de parte de la pasta recaudada por los cartones.

El asunto arrancó con una intervención policial en el local de marras y pilló a los mayores con el rotulador tembloroso y el cartón a medias. La perturbación terminó elevada por contagio emocional de los presentes a golpe de Estado. Los tejeros de los bingos irrumpieron en la sala como si aquello fuera Atlantic City en los años 20. La otra parte habló de pulcrísima entrada. Pintaba más bien a control respetuoso para matar la jornada que al poderío de una operación con apellido.

Primitiva, desde su púlpito de micro y bombo, como Mesías del entretenimiento, clamó tranquila contra los poderosos bingos que denunciaban competencia desleal –¿alguien ve a un jubilado de pensión mínima dilapidando sus ingresos en un local reglamentado?– y, ella, voluntariosa, voz en números de los desvalidos, siguió a sus bolas.

La idealización de la tercera edad como grupo incapaz de delinquir protegía a Primitiva de los impertinentes polis, pero la investigación y las denuncias apuntan a que los mejores bingos se los llevaba ella. Un piquito de aquí, un piquito de allá y han cantado un sueldazo. Presuntamente, claro está.

Muchos pensionistas tomarían la dentención de Primitiva o, peor aún, el desmantelamiento del bingo como el fin de sus vidas. He visto cómo señoras, entregadas a su afición, lloraban para las reporteras de los magazines sólo de pensar en el trágico desenlace. ¿Qué mal le hacemos a nadie?, preguntaban entre pucheros. Ninguno, la verdad. Es más, el juego, por la escucha atenta de los números y su búsqueda, ejercita la concentración y mejora sus capacidades intelectuales, más allá de las tramas de Amar en tiempos revueltos. Y les entretiene que es a lo máximo a lo que aspiran partida tras partida. Sin embargo, la lógica resistencia y miedo a los cambios no debe impedir que se aclare lo que ocurría con el dinero que falta. Si es inocente, la señora Parrona seguirá alegrando tardes, pero si no es así, que les busquen otra binguera a los ancianos: una que se llame Fortunata y reparta íntegramente los especiales.

domingo, 9 de enero de 2011

Punto 0

Recorrió mil kilómetros en apenas tres días. 48 horas en la gran ciudad servían para cerrar un año y medio de vida allí. Madrid se alejaba al fondo y ella lloraba. No se podía creer que esta etapa también acababa. Ahora quedaba 2011, un año en el que encontrar trabajo (buscar ya lo hacía), cumplir todos los propósitos que nunca se hizo y encontrar ese camino que se empeñaba en no despejarse. Pero ella luchaba y lucharía. Ya lo creo que sí.
En el coche escuchó un viejo disco. Lo sacó de su guantera y saboreó canciones como esta. Erótica es un adjetivo para definirla.