No busco nada. No busques nada. Todo es producto de nuestra imaginación.

sábado, 2 de octubre de 2010

Trotaletras

Placebos

(Publicado por El Mundo-El Día de Baleares, 1-octubre-2010)

POR MARCOS TORÍO


La racionalidad numérica está sometida al capricho, la vanidad o la mentira de quienes la traducen a palabras. Las letras no pierden oportunidad de travestir las matemáticas. La sociedad fuma menos cigarrillos ante las preguntas del médico de cabecera, mide siempre más centímetros de pies a cabeza, se abulta la entrepierna, pesa menos al bajarse de la báscula, no sube de talla sino que menguan los patrones y cumple años bisiestos al pasar de los cuarenta. La vida es una encuesta frívola rellena de botox y placebos.


Los números se administran en dosis tuneadas a gusto del consumidor, ya sea en la esfera privada o en la bola de fuego pública. Y cuando no hay verdad única, las distintas caras de un rosco porcentual ofrecen mentiras para todos. La tarta se desgaja, se lava la cara antes del maquillaje y todo se reduce a un puñado de cifras perversas para ganar una huelga, que era derrota de todos los bandos antes de celebrarse.

Donde el Govern corta un triángulo, los sindicatos anuncian haberse hecho con todo el pastel. Trabajaron mil. No curró nadie. Así todo, sin que al ciudadano le queden más certezas que su propia experiencia, los amagos de barrera cazados por el rabillo del ojo en un paseo, las pelis de Paco Martínez Soria en la 1 y la pasividad generalizada de quien no quiere el día festivo porque ya tiene demasiados números del calendario y el banco marcados en rojo.

A esta huelga de vuvuzelas le faltaban piquetes contra la ausencia de ideología y le sobraban funcionarios del megáfono. Según un recuento personalísimo, un altísimo tanto por ciento de ciudadanos está encabronado porque sus líderes políticos sólo le venden encuestas vacías cuando se enfrentan en debates de imagen, de barbas recortadas y cejas en uve. El currito vela por su pan y da gracias de no estar entre los millones de parados que lo racionan para no terminar cenando mendrugos. Por eso, hasta la coacción en esta huelga no ha sido miedo sino un espejismo de formas. Tú a tus pitos y yo a mi nómina. Nadie podrá venir a llamar al prójimo insolidario cuando está convencido de que bailar el agua a unos o a otros (¿quizás los mismos?) no le ayudará a frenar la cuesta abajo. Y a dar gracias por ser el tuerto entre cinco millones de ciegos.

El cálculo más repetido y el único cierto de esta semana resultaba de multiplicar el sueldo por catorce pagas y dividir entre 365: el coste del día, de blindar las facturas a una medida que llega tarde y mal. Ya pueden venir líderes sindicales a hablar de 68, 70 o 100 por cien, que el día acabará y el sueldo no habrá causado baja. No importan los crematorios en la basura cuando la calle arde en crisis silenciosa, cabizbaja, individualista y descreída. A nadie le sorprende que una medición para la agencia Efe cifrara en 17.228 los manifestantes de Madrid, mientras que los organizadores subieran el cálculo, así a bote pronto, hasta 500.000. A cada cual le mueven sus números, sus centímetros, sus cigarrillos.

Una vez más, lo importante no es el triunfo de los unos, los otros o los mismos, sino que nada ni nadie parará una reforma con cimientos de bazar chino para los empresarios: abierta de par en par, con la libertad de comprar y devolver trabajadores sin mayores consecuencias para el negocio privado.

Si ya es difícil movilizar a un pueblo viejo, que sólo quiere quitarse años, resulta imposible hacerlo desde la sensación de que los distintos bandos se irán de mariscada al colgar las banderas, una vez que las pegatinas hayan ardido. El problema se llama crisis: de ideología, paro, hipoteca y de verdad en los gráficos sectoriales. Bonito placebo para una sociedad con la barrera medio echada.

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