No busco nada. No busques nada. Todo es producto de nuestra imaginación.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Publicado por El Mundo - El Día de Baleares, 20-9-2008

La goma de borrar

MARCOS TORÍO

Si las gomas Milan no lo han borrado de mi memoria, que yo recuerde, los Reyes nunca vinieron a mi cole a inaugurar el curso como han hecho en Menorca. Supongo que tampoco hacía falta porque estaban omnipresentes en la típica foto seriada que pendía en cientos de pasillos o secretarías escolares. Siempre me pregunté si esas imágenes las enviaba la Casa Real, se vendían en tiendas especializadas o formaban parte de los programas educativos que regulaba el Estado. Cuando me cruzaba con la foto, me quedaba mirando al Rey allí de pie, trajeado y enmarcado, y me lo imaginaba diciendo nasalmente: «Niños, estudiad mucho para que podáis vivir como reyes». Si la vida de reyes incluye inauguraciones escolares, paso del consejo. Los arranques de curso se han convertido en un estrés de corrección política más preocupados por las formas que por el fondo. Asisto divertido al hastío de padres que salen de la reunión informativa en el centro de sus hijos teniendo la sensación de haberse colado en un programa de testimonios. El pobre profesor se ve reconvertido en una suerte de Patricia Gaztañaga cuando la madre de turno ignora el interés general para glosar las virtudes y necesidades personales de su estupendo niño (más bien las suyas propias) que puede terminar el curso sin saber qué es la fotosíntesis, pero no sin memorizar cómo escribirlo en inglés. Of course. Apruebo a los padres que sienten vergüenza ajena en esos casos y suspendo a los superficiales que, incapaces de pensar en abstracto, se preocupan más por la imagen que proyectarán sus hijos que por lo que van a aprender. Los profesores no los han parido. Su deber es formarlos, no educarlos. El sistema ha fomentado esa relación perversa en la que se confunden los términos. En nombre de la pedagogía y los nuevos tiempos, los maestros se ven convertidos en nutricionistas, psicólogos, consejeros y profesionales forzosos de las buenas maneras. Cuando los Pitufos huían de Gargamel, empezabas el colegio a mitad de septiembre sin más instrucciones que el horario. Con tu caja de Alpino y la merienda sin pautar, llegabas y dejabas que el profesor hiciera su trabajo. Tu padre sólo aparecía por allí en el caso de que hubieras intentado encender una hoguera con los lápices de colores del ciervo en la montaña. No pretendo devolver la regla para fustigar manos, ni censuro el interés responsable, pero sí abogo por la recuperación del respeto, diluido entre un sistema educativo perfecto para devolver analfabetos funcionales, maleducados en la cultura del esfuerzo. Hay adolescentes capaces de responder en un examen que las siglas CD corresponden a Corporación Demoestética. El profesor todavía duda de si el alumno contestó por ignorancia o por vacile. Le da lo mismo. En ambos casos es un problema. Hoy en día, más allá de objetivos, Internet o la pieza de fruta obligatoria de los lunes, me quedo con el olor de la Milan frotada sobre el papel. Por cierto, goma de borrar en inglés se dice eraser.

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