No busco nada. No busques nada. Todo es producto de nuestra imaginación.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Justo esto

Publicado en El Mundo-El Día de Baleares, 13-09-2008

El color de la posidonia

MARCOS TORÍO

No me gusta Ibiza porque es lo primero que encuentro al abandonar Formentera. Tengo más razones, todas igual de arbitrarias o injustificadas para tomar la pitiusa mayor únicamente como un trasbordo hacia la tierra prometida, el lugar donde sólo es noticia la crónica del viaje propio.
Confieso que la idea que abre este escrito es de una amiga también enamorada de la isla. La suscribo y sé que ella nunca escribiría una columna como la de hoy porque está convencida de que la masificación, más que obra de los turoperadores, es cosa del boca a boca. Cree que con la suya cerrada, el paraíso seguirá vivo cada septiembre cuando las hordas de italianos dejen una bota para volver a otra. «No pienso contarle a nadie cómo es esto», aseveró en su primera visita antes de maldecir a Medem por haber convertido la isla en una postal de cine sudada en sábanas de salitre. «Pero si Lucía y el sexo refleja muy bien el ambiente de Formentera», le dije por despertar su fobia contra los directores modernos. «Menos poesía y que hubiera incluido una escena con Paz Vega repostando la moto. En España hacemos realismo social y a las motos aquí se les acaba la gasolina», sentenció bebiéndose el atardecer en vaso de tubo.
En Formentera ya hay motos eléctricas que se ríen del petróleo consumiendo la carretera única que divide las playas en insuperables e irrepetibles. Como para hacerle un corte de manga en azul turquesa al Caribe de cocotero y pulserita.
No hay mejor sitio para formatear el cerebro ni para poner a prueba las hipérboles de la felicidad bajo el cielo más bonito del mundo. Sólo hace falta haber visto unos cuantos. De día hasta los reptiles se exhiben brillantes, lagarteando entre las rocas. De noche, el polvo de estrellas enciende el techo punteado que se eleva sobre los porches de casas pedrosas. Desde la cama chill-out a la intemperie agradezco que los amantes de Ibiza incluyan Formentera sólo como una excursión de un día, un after después del after. Hasta el más entregado necesita desconectar de tanta impostura en blanco, de un sitio en resaca permanente.
En un viaje sin semáforos, grúas ni autovías, la bicicleta destartalada del hippie antiguo se eterniza frente al coche que apura las curvas hacia el Cap de Barbària. El faro se descubre guiado por el asfalto. De día, los turistas buscan el agujero por el que caía Lucía. De noche, sólo los haces de luces giratorios alumbran el silencio mientras invoco el ritual de las primeras veces, la fascinación del descubrimiento que nunca regresa.
Por todo eso, el avistamiento de Ibiza es el mazazo de realismo social, el regreso a las feas tardes de domingo, a la cola para repostar en la gasolinera y, en definitiva, a la rutina sin el color de la posidonia. El aire se carga hasta que el próximo septiembre el cielo sople hacia Formentera. No le cuenten a nadie lo que han leído. Disfruten de Ibiza.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Qué maravilloso este Marcos... Y qué grandes las amigas que dan ideas para escribir. A ver cuándo me enseñas tu isla

Tú o yo dijo...

Me habéis convencido. Me voy a Formentera.

Antonia dijo...

En realidad, la isla no vale mucho y es bastante fea