No busco nada. No busques nada. Todo es producto de nuestra imaginación.

jueves, 23 de febrero de 2012

Un árbol, un libro y un hijo

La treintena trae la posibilidad de empezar a completar lo requerido por la vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Hay muchas amigas y amigos que han tenido descendencia en los últimos meses. Sus retoños ahora son parte de mi familia y hacen más animadas las quedadas con ellos.

Otros, en cambio, no han tenido niños pero sí empiezan a publicar libros. ¡Qué cosa más rara! Nos pasamos la  vida leyendo y da la casualidad que ahora tengo entre mis manos un libro escrito por mi inquilino. Hace ya tiempo que lo publicó. Concretamente fue en el verano de 2010 cuando vi por primera vez un ejemplar del libro Veranos en Mallorca de Marcos Torío. Fue en el VIP de la calle Fuencarral de Madrid. ¡Qué alegría! Había escuchado mucho hablar de ese libro. Supe de todos sus avances. Tanto me mimeticé con su tormentoso proceso que cuando lo entregó no me quedaron ganas de adentrarme en él. Ahora lo hago, cuando Libertad de Jonathan Frazen no me absorbe, y descubro lo que ya sé a través de sus columnas: su estilo te atrapa y hace que avances en sus páginas casi sin darte cuenta.

Veranos aparte, este invierno asistí a la presentación de otro libro de un gran amigo. Jose Madrid publicó en noviembre la primera biografía sobre la cantante Cecilia. A lo largo de sus 200 páginas, el lector descubre a esta cantautora, que murió a los 27 años. Antes de terminar Equilibrista: La vida de Cecilia, sólo conocía la canción Un ramito de violetas. Ahora puedo decir que su figura, aún sin atraerme su música, me seduce por ser una mujer transgresora en su época y con su familia, una luchadora que se empecinó en lograr su sueño, el de la música, y lo alcanzó.

Un libro leído, otro entre mis manos y dos más por leer. Carmen Rengel y Manuel Ruiz Rico también han pasado un tiempo entre papeles y teclados. Ambos han publicado dos obras que ahora ven la luz. Con un gran trabajo de investigación, tanto la obra de Rengel como la de Ruiz Rico se encuentran entre mis lecturas futuras.

¡Qué raro eso de cumplir años y sumergirme en lecturas de amigos! Mientras tanto yo, sin libro y sin hijo, creo que me decantaré por plantar el árbol. Alguien tendrá que cuidar el planeta, ¿no?

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