No busco nada. No busques nada. Todo es producto de nuestra imaginación.

lunes, 16 de agosto de 2010

¿Y a mí quién me paga el móvil?

Publicado por El Mundo-El Día de Baleares (9-8-2010)

POR MARCOS TORÍO

Michelle Obama, en carne y alma, desciende de un Chevrolet tizón brillante con chasis de tanque fino. Las marimechas que atracan sus todoterrenos en los aledaños de los colegios más selectos para recoger a su prole, palidecerían de envidia si no fuera por los cristales tintados. Del carro blindado baja también Sasha, la hija pequeña de Barack, con el look y el gracejo de Copito, la amiga de Marisol en la racista Rumbo a Río. Suena mi móvil y le canto, formal y sin referencias extraoficiales, la escena a Carla, mi compañera de elmundo.es, desde un Marivent donde cualquiera vendería sus gramos de oro por un metro cuadrado de sombra. No le cuento que me imagino a Sasha cantando Tómbola o Chiquitina de espaldas a la bahía, cambiándole el Cristo del Corcovado por la Catedral. Me ciño al menú del día: gazpacho andaluz con guarnición, suprema de rodaballo a la plancha, escalopines de ternera a la mostaza, arroz oriental con salteado de setas y tumbet mallorquín. Fruta, helado y vinos. «¿Gazpacho viniendo de Andalucía?», pregunta Carla. Sí, más gazpacho, una forma como cualquier otra de firmar la tregua entre Mallorca y Marbella. Siempre tuvimos más clase y menos putas en las marinas, pero somos igual de excesivos con la comida. Cinco platos, postres, cafés y conversación en apenas hora y media.

A los marbellíes les ha llegado Miss Obama y la comparten con el enemigo. Nosotros ya les tendimos la mano solidaria con la corrupción. Los dos centros del verano oscilan entre los fastos y el delito sin pudor alguno.

Mi teléfono consume batería, pero rinde sin problemas en Marivent, ajeno a inhibidores de frecuencia y demás gadgets propios del FBI y la tienda del espía. Es un HTC Diamond cortesía de mi hermana, que me riñe por no explorar y explotar sus bondades tecnológicas, por ceñirme al pack básico de prestaciones: llamadas y mensajes. Me clavará el puntero como también acabe –sería el tercero– en el cementerio de los teléfonos asesinados por la seguridad de la Casa Real. El primero murió, en plena conversación, junto a la piscina del Club Náutico. Enloqueció y los técnicos nada pudieron hacer por su vida. El segundo se apagó para siempre tras una psicofonía espeluznante bajo los pinos de Marivent, después de que la Familia Real saludara a los redactores al romper las filas de un posado. Una casualidad, demasiado casual para mi hermana, que volvió a recurrir a sus excedentes para renovarme la comunicación.

Le cuento a Carla que el Rey le va a regalar a la primera dama semillas para el huerto familiar, para que cultiven la materia prima del tumbet que le van a servir. Imagino a Michelle, con sombrero de paja, arrodillada en los jardines de la Casa Blanca, recogiendo turgentes berenjenas transatlánticas. La Reina, atenta a la promoción isleña, le obsequiará collares artesanos de Baleares. Ella los lleva mallorquines. De oro. Carla anota y yo cuelgo.

El posado se consume en lo que se tarda en enviar un sms largo, con todas sus letras. El batallón de periodistas desciende la colina de Marivent y el politono precede a la voz de Inés Table, que me tiene suficientemente instruido como para distinguir hasta tres tipos de escote y le relate la escena en términos de trapos. A mi manera. Ella descodifica, rápida como un Chevrolet, y concluye que Letizia repite vestido, después de explicarme la importancia de los tacones y lanzarme una comparativa sobre la estatura de Sarkozy, Obama y sus respectivas primeras damas. Se hace el silencio. Table no deja una disertación a medias. Miro la pantalla del móvil. Windows se está iniciando. Se apaga. Vuelve a encenderse. Intento marcar el pin, pero un poltergeist desafía los picotazos del puntero. No hay dos sin tres. Al cierre de esta edición, estoy fuera de cobertura, a mi hermana no le quedan más teléfonos y me pregunto quién me pagará la reparación del móvil. Si al menos Sasha hubiera cantado por Marisol...

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