No busco nada. No busques nada. Todo es producto de nuestra imaginación.

sábado, 10 de enero de 2009

Trotaenero

(Publicado por El Mundo-El Día de Baleares, 10-1-2009)

Gimnasia de enero

MARCOS TORÍO

Enero cuesta un riñón de Melchor. Vale sus rebajas en oro. Con las jorobas de los camellos todavía calientes, los cambiadores profesionales abarrotan las tiendas. Las cartas a los Reyes Magos se reescriben sobre ticket regalo. Engordan con los descuentos. Donde la suegra, el tío o la prima dejaron un paquete caben ahora dos bolsas. La gente resta errores familiares y suma gusto propio. No me pasa. Ni recibo ni hago regalos. Luego mi visa no maldice a Gaspar.
Empieza la cuenta atrás para la próxima Navidad. Los niños de San Ildefonso regresan a las aulas, la madre del muchacho de El Almendro le despide entre lágrimas embriagada por el olor de los anuncios de perfume, que se evapora de la caja tonta. La pantalla se llena de parches de nicotina, de chicles para monazo de humo y Rosa de España reaparece en la plana presumiendo de menos pulgadas. Como si se hubiera pasado las fiestas comiendo piña.
Ya que ignoro a los Reyes, las rebajas y sigo parando en el estanco, no quiero convertirme en un ogro gruñón antisistema. Me propongo ser un hombre con propósito de año nuevo y me apunto al gimnasio en plena temporada alta. Está al lado de casa -fundamental para vagos fondones- y las recepcionistas reciben con un folio de condiciones que ni los bancos. Después de rellenar una docena de becas y gestionar una hipoteca, ningún impreso impresiona.
Tras la firma, el fichaje sigue el mismo método que la entrada en Estados Unidos, aunque no te preguntan si tienen intención de atentar contra las instalaciones. Te fotografían con una webcam y te toman la huella dactilar. Grissom, cuánto daño has hecho. Con otro número más de cuatro dígitos en tu vida y el dedo en un sensor, atraviesas el torno de los quemagrasas vanidosos.
Ya dentro, es fácil concluir que los gimnasios se han convertido en las urbanizaciones pareadas del deporte. Sólo el horario y los carteles informativos tienen más orden y disciplina que cualquiera de mis días.
Las sanas vitaminadas y los presidentes de la comunidad de la fibra visten de gala transpirable. Yo, de pantalón de chándal barbacoero y camiseta promocional de las regatas con bolsillo para el paquete de tabaco.
Las actividades son un isotónico de anglicismos. Sólo los nombres hacen sudar. Luego todo consiste en pedalear (de pie o sentado) a las órdenes de un monitor que habla en singular a veinte personas. Interpela con la segunda persona a los borregos en formación. Vamos, dame más. Tú puedes. Técnicas de motivación, supongo. Y le das a la bici hasta que te duela el alma mientras en una pantalla los de España Directo y sucedáneos siguen de nieve hasta las cejas o cocinando tarta de cuajada con fresas.
Me paso al yoga, pero allí no hay misticismo, sólo chicles musculares de posturas imposibles para no iniciados. Si no alineas las vértebras, puede que termines rompiéndote una. Respiraré por mi cuenta con dolor de riñones para subir la cuesta de enero.

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